Este año, en julio nuevamente se organiza el XV Encuentro Sudamericano de Danzas Folclóricas Húngaras. Esta vez Sao Paulo da hogar a este evento magnífico que tiene una historia vasta desde hace 38 años. Nuestro conjunto folclórico, el Grupo de Danza Duna segunda vez representará a la comunidad húngara de Chile orgullosamente en el escenario brasileño entre varios grupos del continente.
La idea de organizar un encuentro entre los bailarines y músicos de Sudamérica, nació en el año 1986 y cada 2 años se lleva a cabo en distintos países.
El primer escenario fue el de nuestros vecinos trasandinos, en Argentina en 1986, luego en 1988 siguió Sao Paulo, Brasil, así como los próximos festivales maravillaron al público en Uruguay y Venezuela.
Grupos de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores pasan 2 años preparándose, con nuevas coreografías, nuevos trajes, horas y horas de ensayos duros para subir al escenario a demostrar en menos de 10 minutos todo su talento, su esfuerzo, su amor por las danzas húngaras.
El Grupo de Danza Duna por primera vez participó en el festival en julio de 2018, en el Teatro Avenida de Buenos Aires. No es algo para olvidar.
Nuestro avión aterrizó en el Ezeiza un día antes. Era muy tarde, casi madrugada, pero logramos llegar a Hungária, a la sede de los húngaros de Buenos Aires.
Desde la calle se escuchaba como la Banda Düvö tocaba un mezöségi. Entramos y unas cien personas estaban bailando al mismo tiempo. No era una coreografía, no era un sólo grupo. Eran de todas partes, de Brasil, de Uruguay, de distintas partes de Argentina del norte al sur y de Transilvania. Todos bailando lo mismo, al mismo ritmo. Y llegó Chile. Muchos corrían hacia nosotros, caras desconocidas, vinieron a abrazarnos y darnos una cálida bienvenida. Estábamos más que sorprendidos, fue algo muy inesperado. Otro país se unió al movimiento folclórico. Significa mucho más que un simple viaje, una simple presentación. Significa que el movimiento folclórico sigue creciendo y que la danza nos une sin fronteras, sin límites de idioma, nacionalidad, edad o cualquier otra cosa.
El día siguiente comenzó el trabajo, en la noche ya hubo una presentación en el teatro. Desde temprano ensayamos, planchamos los trajes que en las maletas quedaron muy arrugados, lustramos los zapatos, era toda una emoción. El Teatro Avenida se llenó desde temprano. Eramos unos 250 bailarines y los músicos de Hungría quienes tocaron en la gala. Por todos lados habían trajes folclóricos colgados, botas y sombreros. Las chicas haciendo las trenzas, otras maquillándose al frente de los espejos.
Luego llegó el momento de comenzar. El teatro se llenó de gente curiosa, cómo será el festival esta vez? Qué sorpresas traen los grupos?
Se abrió la cortina, encendieron las luces en el escenario y ahí estábamos, los 250 bailarines en el escenario en silencio total. Como una foto. Comenzó a sonar el violín, una muestra de danza húngara y argentina presentada por 2 hombres, uno vestido de gaucho y el otro con su traje húngaro. Era el encuentro de 2 mundos. Después comenzamos a cantar una canción que nos pidieron aprender semanas antes del encuentro. La fuerza de la voz de tantas personas juntas era impresionante. Volvimos a los camarines y comenzaron las presentaciones de cada grupo. "Regös al escenario, se prepara Tündérkert"... sonaba en los camarines por los parlantes. Hasta que dijeron "Chile al escenario"...Salimos al escenario, todos muy nerviosos, llenos de emoción y bailamos. Escuchábamos al público aplaudiendo y a nuestros acompañantes gritando "Viva Chileeeeee". Como si la presentación hubiese durado menos de 1 segundo. Volvimos al camarín y esperamos el último llamado "Todos al escenario" gritaban por el parlante. Otra vez los 250 bailarines cantando y bailando juntos. Apenas cabíamos, pero lo dimos todo. Todos bailamos con el corazón. Ya no había Chile, no había Uruguay, Brasil, Argentina, Transilvania. Había un sólo grupo. El grupo de los que bailan, de los que aman al folclór húngaro. Eramos uno. Luego nos abrazamos entre todos, formando un círculo grande, saltando y gritando "chu chu, chu chu". Lo logramos entre todos.
El día siguiente se repitió todo, era la 2a noche de gala.
Nos quedamos una semana en el simposio que nos dio la posibilidad de conocernos más, bailar desde la mañana hasta la madrugada, aprender no sólo bailes nuevos, sino aprender cómo se siente formar parte de una comunidad tan grande y tan unida por el amor a la danza folclórica.
Hoy estamos aquí con la misma emoción, preparándonos para ir a Sao Paulo, pero con un poco más de experiencia. Hemos esperado 6 años, debido a la pandemia para volver a encontrarnos en el escenario.
Pero los 6 años no se iban en vano. Hemos trabajado muy duro y hemos crecido como grupo para dar siempre lo mejor de nosotros.
Nos veremos en Sao Paulo!
Comments